OBVIEDADES
A pesar de que el bipartidismo ha desaparecido, la política española sigue guiada por dos grandes corrientes. Una conservadora encabezada por el PP y otra progresista, siendo el PSOE su principal exponente. No es posible organizar el gobierno o la oposición sin tener en cuenta a estas dos formaciones políticas. Más aún, los intentos de sorpasso, tanto en el bloque conservador como en el progresista, han fracasado con lo que los partidos más pequeños y los nacionalismos periféricos, como mucho, aspiran a poder condicionar en alguna medida a estas grandes corrientes. Sin embargo, ni PP, ni PSOE son capaces por si solos de conseguir mayorías absolutas que les permitan prescindir de las formaciones minoritarias. Esta verdad de Perogrullo es muy relevante en tiempos electorales.
No me distraigo con el bloque conservador salvo para decir que si gana las elecciones tendremos un gobierno en el que la ultra-derecha será influyente.
Me preocupa el bloque progresista. Según las encuestas no está claro que el PSOE vaya a ser el partido más votado. A fecha de hoy la mayoría de las encuestas, menos el CIS, le dan la mayoría al PP. Las mismas encuestas indican que tampoco está claro que el bloque de izquierdas más partidos nacionalistas vaya a ser mayoritario. A pesar de que el Gobierno actual (PSOE-Podemos) ha llevado a cabo políticas sociales de calado que han mejorado y protegido las condiciones de vida de las gentes sencillas, todo apunta a que los partidos en el gobierno, incluso, pueden perder votantes.
Entre las razones que explican esto habría que destacar las estridencias de un gobierno que en los últimos meses se ha destacado por la bronca interna, el choque entre PSOE y Podemos. La ley del “solo sí es sí” es el ejemplo más destacado, pero no el único. Cada partido gobierna pensando en su electorado sin tener en cuenta al bloque progresista en su conjunto. El espacio social en el que el progresismo capta sus votantes es muy amplio, heterogéneo y volátil. Si una medida del gobierno sintoniza con los sectores mas izquierdistas es muy probable que provoque una fuga de votos entre votantes más moderados y viceversa. Se impone buscar equilibrios que permitan al gobierno dar una imagen de solidez y no la de una jaula de grillos.
Por otra parte, en el espacio a la izquierda del PSOE, la falta de entendimiento entre el Sumar de Yolanda Diaz y el Podemos de Ione Belarra pueden dar al traste con las expectativas electorales de este espacio y, por extensión, de un gobierno progresista. No sería de extrañar que ante la falta de unidad cundiera el desánimo y buena parte de sus votantes optaran por la abstención u otras opciones. El próximo 28 de mayo serán las elecciones municipales, autonómicas y para las diputaciones vascas. Se medirán las fuerzas. Si Podemos sufre un varapalo, que es bastante probable, Yolanda Díaz tendrá más opciones de controlar Sumar, pero la ilusión de muchos votantes por una formación nueva que aglutine a todo este espacio habrá desaparecido porque surgirá de la derrota de una parte importante de la nueva plataforma.
Pero los agujeros en la línea de flotación del bloque progresista no solo están en su lado más a la izquierda, también Pedro Sánchez puede perder en sus propios caladeros. Que sigan apareciendo casos de corrupción en las filas socialistas, a pesar de la contundencia con la que se ha resuelto el caso “Beni”, afecta a la imagen de la política, y sobre todo, a la de los partidos con mayor poder institucional. También los acuerdos con los partidos nacionalistas, especialmente con ERC y Bildu, y más allá de que se esté de acuerdo con ellos o no, tienen un impacto electoral. En determinadas zonas de España no están bien vistos y no solo restan votos al PSOE, sino que estimulan los votos de la derecha y la ultraderecha.
Para más colmo, después de que este gobierno ha tenido que hacer frente a circunstancias realmente difíciles, como la pandemia y la guerra de Ucrania, la inflación está dilapidando los logros sociales que se han conseguido.
Para acabar una última obviedad, que ya esta dicha en las líneas de arriba. Y lo digo dirigiéndome a mis amigos que siguen menospreciando al PSOE. Sin el PSOE no hay gobierno progresista. Ni Podemos podría haber influido para conseguir políticas más sociales, ni Bildu podría vender la imagen de partido que consigue no sé que logros en Madrid, ni ERC hubiera conseguido la reforma legal que suaviza las condenas al Process. Y esto no es propaganda electoral sino reflexiones.
Pero todas estas cosas me las cuanto a mi mismo en época electoral, cuando lo emocional me domina y cuando muchas veces me olvido de lo obvio.